jueves, 5 de mayo de 2011

Los niños y las mascotas


Hace algunos años, el Dr Escardó solía prescribir en una receta:"Un perro".


En el diccionario de la Real Academia Española, el término mascota, del francés mascotte, se define como “todo animal de compañía” sin especificar la espacie involucrada. Una mascota es un animal que responde a las necesidades individuales de cada uno. No existe una mascota ideal.

Los niños pueden establecer una relación muy positiva y afectuosa con un animal. Esta realción aumenta la autoestima, tiene efecto socializador y promueve el desarrollo del sentido de la responsabilidad. Se ha demostrado que tener una mascota facilita la relación con otros niños y muchas veces, con los padres.

La participación de una persona adulta en la planificación de las tareas y cuidados que requiere el animal es imprescindible para que la experiencia de crecer junto a una mascota sea constructiva y educativa.

Hay numerosos estudios que demuestran que niños con enfermedades crónicas y severas, como parálisis cerebral, autismo, síndrome de Down, esclerosis múltiple, enfermedades oncológicas, obtienen grandes beneficios en la interacción con animales: mejoran la destreza motora, la interacción verbal, aumentan la atención, diminuyen la ansiedad y los sentimientos de soledad y discriminación.

Elegir una mascota

Los perros, gatos, conejos, hamsters, canarios y peces pueden ser buenas mascotas para los niños. No hay estudios que relacionen la edad del niño con la mascota adecuada.

No se recomienda tener reptiles, anfibios, pollitos o patitos bebe como mascotas en las familias donde haya menores de 5 años.

Antes de los 3 años los niños con incapaces de cuidar una mascota, pero a partir de los 4 pueden dar de comer o beber a un animal que requiera poca atención, como un pececito o un hámster. También puede colaborar con el adulto en la limpieza de la jaula o pecera.

Los niños pueden ocuparse totalmete de una mascota entre los 6 y 8 años, cuando son capaces de asumir ciertas responsabilidades. No obstante, el responsable último de la mascota, es el adulto.

El cuidado de la mascota no debe convertirse en un elemento de discordia familiar.

Criterios para hacer una elección racional

Antes de adquirir una mascota en conveniente reflexionar sobre los siguientes puntos:

· ¿Por qué se quiere adoptar una mascota?

· ¿A quien está destinado el animalito?

· ¿Se tiene suficiente información sobre la especie elegida?

· ¿Si se compra un cachorro, que tamaño va a alcanzar de adulto?

· ¿El estilo de vida familiar es el adecuado para adoptar ese tipo de mascota?

· ¿Quién se ocupará todos los días de su mantenimiento y cuidado?

· ¿Quién cuidará la mascota en caso de viaje o en vacaciones?

Existen numerosas razas de perros y gatos, algunas están más de moda que otras. Es conveniente consultar al médico veterinario para decidir cual es la raza más apropiada para la convivencia.

Así como las personas tienen diferente personalidad y carácter, los perros también las tienen. La personalidad agresiva del animal tiene un importante componente genético, aunque su expresión final depende del tipo de aprendizaje y educación recibida.

Existen razas más agresivas, como el rottweiler, el doberman, chihuahuas,pastor alemán, pitbull y dogo argentino, que si se las educa pueden llegar a ser dóciles y buenos compañeros de juego para los niños. No obstante, por sus características innatas, NO se los recomienda como mascotas para menores de 3 años.

Los perros más recomendados para estar en familia son los de temperamento dócil, como labradores, pointer, collie, setter, pastor ingles, basset, beagle, golden y dálmatas.

Es posible determinar el temperamento de un cachorro por el test de Campbell, que se hace a los 2 meses de vida. Se evalúa a l perro en varias situaciones y se clasifican de 5 categorias: Dominante agresivo, Dominante, Equilibrado, Sumiso e Independiente. Los equilibrados y sumisos son los que pueden convivir con niños.

Convivir con la mascota en el hogar

Los perros son seres altamente sociales, que en estado salvaje actúan a partir de un rígido sistema social jerárquico. Existe un perro macho y una hembra dominantes que reafirman esta posición poniendo límites sobre los otros mediantes la agresión. A través de esto, los animales de menor jerarquía se someten a las reglas del grupo.

A diferencia de los perros, los gatos son de hábitos solitarios y cada animal decide que hacer con su vida en forma independiente.

En la jauría, durante los primeros 3 meses de vida, los cachorros se adaptan a las reglas y los adultos toleran su comportamiento molesto y a veces fastidioso. Pero cuando los cahcorros crecen y se convierten en un competidor capaz de alcanzar una jerarquía mayor, los adultos dejan de ser tolerantes y se imponen mediate la agresión.

El cachorro que se cria en una familia aprende a respetar al dominante, que es el que lo alimenta y le pone límites: puede ser un niño de 8 -10 años, un adolescente o un adulto. En la mayoría de las situaciones, los animales no son los únicos responsables de la agresión, ya que los dueños suelen estimular conductas agresivas sin darse cuenta.

Los perros toleran y soportan a los niños menores de 2-3 años en sus “muestras de afecto”: caricias bruscas, tirones de pelo, de cola, de orejas, ya que el animal lo vé como a cachorros de la manada. Pero cuando crecen, si no alcanzaron una jerarquía claramente superior, puede agredirlos. Los niños más pequeños son los menos agredidos por los perros, pero la severidad de las lesiones por la localización (cara y cuello) son mayores. Estos no interpretan las señales previas de agrsión (como gruñidos o ladridos) y no adoptan actitud de sumisión para calmarlos. Por el contrario, gritan o corren, lo que incentiva el acto agresivo.

Es importante que el animal siempre ocupe el orden jerarquico inferior en la familia. Cuando un animal tiene genética de comportamiento agresivo, si no se marcaron claramente los límites desde cachorro, es probable que de adulto intente dominar a los que percibe como inferiores.

Elegir una mascota y adoptarla es un acto de amor, que debe ser pensado y analizado previamente, con responsabilidad.


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